viernes, 14 de febrero de 2014

"Señora azul"


Hace poco, alguien me preguntó: "Sin pensártelo demasiado, di qué asuntos te revientan, por qué a veces pillas estos enfados "apocalípticos". "Toco madera" y contesto sin olvidar que soy capaz de caer en lo mismo que abomino...

La superficialidad y el derroche, a partes iguales y combinado... Será por los tiempos que corren. Pero ahora mismo me escandaliza... lo veo como un mofa despiadada ante la hambruna y la miseria de muchos. No hay que correr demasiados kilómetros para toparte con pobres vergonzantes que les falta un suspiro para tener que abandonar su hogar, que deben alimentarse en comedores sociales... que les faltan los mínimos. Esos derroches... ¡Cuántas familias podrían mantenerse durante un tiempo largo con el dispendio de una fiestuki  ... !¿Se puede? Pues doy. Es difícil entender cómo es posible dormir a pierna suelta, con barrigas llenas de viandas exóticas y alcohol hasta las cejas de Vegas Sicilia y Champagne francés...sin mala conciencia.
 


"Más cosas... Seguro que hay más.."

La pretendida y asumida superioridad moral, esa altivez del que cree que debe "adoctrinarte". Porque sí. Porque, como dice una buena amiga, está sentado ya -en esta vida, en carne mortal-  a la derecha de Dios Padre. Personas de juicio rápido y atolondrado, que creen que una sola mirada y de reojo basta para haber buceado por el océano del alma de sus paisanos. A veces no vale la pena pararse un instante a escuchar sus veredictos, por poco atinados. Pero a veces, algunas veces... la punta de la lengua es afilada y hacen daño. ¿Quién se cree un quién autorizado para señalar quién debes ser, en quién debes confiar, a quién debes seguir, qué debes opinar, qué debes decir? 

A menudo me paro a observar... Me fijo en los ninguneados, mal vistos, poco reconocidos, "estúpidos del mundo" (según el mundo) que saben mejor que nadie qué vale un peine y cómo hay que peinarse. Sus respuestas ante las grandes incógnitas son sencillas; es el resultado de haberse codeado con los mil avatares de la vida. No obstante, no se atreverían a sentarse ni siquiera a la derecha de un pordiosero. 



"La caridad sin la verdad sería ciega; la verdad sin la caridad 

sería como «címbalo que retiñe» (1 Co 13, 1)» 


sábado, 8 de febrero de 2014

Dormir...

 

Empiezo a conseguirlo. Hoy ha fallado, pero ya puedo analizarlo. Uno no se da cuenta de determinadas carencias que hacen callo... que ni recuerdas cuándo empezaron  a ser costumbre... hasta que cambia la tendencia. Y piensas... ¿cómo me mantenía en pie? 

Pensamientos a posteriori -fea expresión aunque en este caso es la correspondiente- que ponen de manifiesto el origen de alguna irritación inmotivada, que no es más que falta de descanso... Incluso la bolas mentales obedecen a una causa de fácil deducción: unas neuronas con actividad frenética que no se toma vacaciones.

Y fastidia un pelín que, al final, cualquier historia de este estilo se resuelva con una pastilla de un color atractivo. Y después das gracias al facultativo por haber dado con ella. 

La psiquiatría, en determinados sectores, todavía es un tabú. Y reconocer abiertamente que eres usuario, sorprende. No me extrañaría que una de las conclusiones del receptor fuese añadir un grado más a una supuesta locura solo por el hecho de tratar el tema sin tapujos. ¡Pero si el mundo podría dividirse entre la minoría que no sufre jamás desequilibrio alguno y el resto de la humanidad...! A qué tanto rincón para esconder lo que ya no es ni debe considerarse una anomalía atípica. 

Un saludo solidario a los que les aturde el insomnio, aunque sea intermitente... 



martes, 4 de febrero de 2014

Añoranza.


"Si piensas que perderás, ya has perdido" (*)

La estancia se ha quedado muda; conserva, no obstante, la sombra deslucida de las horas de sueño y sueños en un dormitorio juvenil desordenado, de una presencia desbordante, inquieta e incombustible,  de horas atiborradas de palabras con más de sesenta minutos, de risas y enfados que llegan a buen puerto. 

El eco del trasiego constante, ininterrumpido... se desvanece con los días. 

Y el silencio extraño y desconocido, de una ausencia nueva e inesperada, revienta los tímpanos. La memoria de quien añora dibuja la silueta, los abrazos en los que cabe toda una historia difícil de contar, la despedida "hasta pronto" con fecha incierta.

Empieza una nueva etapa: aprender a quedarse y dejar marchar. 




(*) Gracias, Mariona.